En datos está claro: casi 300 metros de eslora, capacidad para 3.000 huéspedes y más de 1.500 tripulantes al servicio de los pasajeros. O lo que es lo mismo: este barco cuenta con un trabajador para cada dos personas, por lo que la atención personalizada está asegurada.
Pero el Norwegian Prima, un buque bautizado con todos los honores que contó con la presencia de Katy Perry como su madrina, es más que datos: es una experiencia en alta mar única, un sinfín de actividades y una auténtica experiencia culinaria de alto nivel.
Las primeras impresiones son un poco abrumadoras. Laberínticos pasillos, innumerables zonas comunes, un gran casino y más de 17 plantas. Puedes comenzar la travesía con una cerveza en el Belvedere Bar, uno de los tantos espacios de copas que podemos encontrar repartidos por el crucero.
El final de la noche no puede ser en otro lugar que no fuera Local Bar, un bar-restaurante que abría hasta altas horas de la madrugada en el que puedes tomar exquisitos cócteles ambientados con música en directo o tomarte una hamburguesa a altas horas de la madrugada.
Si hay algo realmente mágico en los cruceros es, sin duda, levantarse cada mañana. Los ojos todavía pesan y, de repente, corres las cortinas que impiden que veas más allá de tus cuatro paredes y aparece uno de los tantos y espectaculares paisajes del recorrido. Esa panorámica es una de las experiencias más gratificantes de embarcarse en este crucero.
En el Surfside Café puedes degustar desde omelettes recién hechas, varios tipos de panes, quesos y embutidos a otros clásicos como el bacon frito, los huevos revueltos o las salchichas. También hay opciones más ligeras: fruta variada, yogures o varios tipos de cereales. Eso sí… acompañado siempre del café y unas espectaculares vistas en las que predominaba el verde.
Las actividades del Prima, que se pueden reservar en decenas de pantallas táctiles repartidas por todo el barco, cuentan con cosas que no podrás creer: una pista de karts de tres plantas, en la que poner a prueba tu ingenio conduciendo; unos toboganes en seco que recorrían todo el crucero desde la planta 17 hasta la 6, conocidos como The Drop.
Además hay un minigolf interactivo; una zona de juegos, The Stadium, en la que jugar al curling de mesa, al ping pong o al beer pong y, por si fuera poco, también tiene una zona dedicada a los dardos, llamada The Bulls Eye, y un tobogán de agua en el que sentir la gravedad cero.
Aparte de todo eso tiene un impresionante spa con dos piscinas de agua salada y dulce, acompañadas de más de 6 saunas (de aromaterapia, de sal, de hielo, finlandesa, de carbón…). Y es que, por impresionante que parezca, el buque contaba con todas ellas en un lugar que es difícil de creer que esté flotando en el mar.
No es lo único, porque también contaba con una sala de relajación con tumbonas calientes con unas espectaculares vistas al mar.
El crucero también cuenta con otros restaurantes más especializados, como Los Lobos, con una auténtica comida mexicana y, unas margaritas deliciosas.
Por la noche puedes revivir los años 70 con su fiesta de Studio 54 y el musical de Donna Summer o perrear hasta el suelo con sus Djs repartidos en salas como el Improve At The Sea.
Sin embargo, también disfrutar de la tranquilidad en el Penrose Atrium, con música en directo perfecta para personas que no quieren grandes fiestas. Si la música termina, siempre podrás acudir a alguno de sus futbolines repartidos por varias salas, para que la noche termine cuando tu quieras.
Yuniet Blanco Salas